DIVAGACIÓN INCENDIARIA DE TIEMPOS

Encuentro en mi despertar una brasa brillando,
dejando el humo cree la fortuna de alguna simple diosa
que dice que llorar es adicción al incendio de los poemas.

A esa imagen se le agrega sucio estropajo
que cubre las llagas del ego que sólo tiene fuerza
para ocurrir hasta nuevo aviso para que pueda ¿oírme?

Con los oídos tapados sólo puedo mencionarle
dejalo en mis pupilas que la sinfonía de esa simpleza
ha de disiparse lento entre hoyos de luz de algún junio apagado.

No más... se tiene que entender entre letras
que antes del final se tiene que gritar
como cuando se está con un nueve y marcando...
así que hacelo antes de que el seis venga con la pregunta
o que el tres traiga otra pregunta y haga berrinche
porque voy sin ojos ni oídos para ahora que volvés a gritar.
Recordá que aquí estoy con mi maldición... en tinta.
Y aún preguntás ¿quién soy? ¡¿ya viste?!
atrevete a entrar en el fulgor y vengá tu nombre
entre el azul para el rojo en compañía de cristales...
¿mirás, la insignificancia del veintiuno de algún mayo de mañana?
Vamos has aparecido como un fénix y esa estupidez me hace reír
pues no comprendés que sólo sos un personaje más
en esta obra titulada vida.

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