Fue un ayer, plática cursi y miradas a las rosas oscuramente rojas, unas cuantas copas de vino, yo algunos cigarros y ella que se acabó la cajetilla. Nuestro tiempo caminaba a la par de contarnos viejos cuentos de cuando hicimos pedestales y cuando nos caíamos con rocas amarradas a las extremidades. Venga ahora otra botella de vino, también otra cajetilla. Ella y sus cigarros, yo y mi vino. Hasta luego.
Fue otro ayer, pero más temprano. Ahora no hay rosas, lo relatado ahora entra a ser analizado. Sus palabras entre humo y vino, las mías entre tragos de ron y menos humo. Hay categorías entre seres que se entienden. Mis estallidos y sus cálculos, sus batallas y mis silencios. Hemos de tragar ahora la verdad de perspectivas luego ir a vomitar rencores a nuestras esperas, también a un costado de la televisión, afuera del patio... ¿Ese era mi perro? Sí. Nunca me había pasado esto. Siempre pasa. La próxima entrevista yo digo donde. Hasta luego.
Vino otro ayer, un ocaso presto a desmoronar edificios que perforan el cielo y palabras que ya no se ordenan sino que se amontonan entre memorias. El cuaderno donde se apunta lo que hablamos va haciendo énfasis en los silencios y en lo que abruptamente callamos. Hay detalles de como estaban las manos y como los ojos se perdían a cada instante de mencionar el mismo nombre. Nuestros rostros dijeron ya no. Otra vez hay que decir hasta luego.
Hoy es otro ayer. Yo viendo mis palabras regadas en la mesa, paranoía en desierto gris. Ella estructurando su redacción, pero como perdida en preguntas sin fondo. Al tanto de las sombras hemos encontrado un espejismo de metáforas salvadoras, descubierto la secuencia de poemas dulces y amargos esos que ataban y todavía deleitan. Nos vemos sorprendidos por noches repletas de nosotros buscando nuestros relatos así vemos que hemos estado más de lo que pensamos. Las entrevistas terminan.
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Fue otro ayer, pero más temprano. Ahora no hay rosas, lo relatado ahora entra a ser analizado. Sus palabras entre humo y vino, las mías entre tragos de ron y menos humo. Hay categorías entre seres que se entienden. Mis estallidos y sus cálculos, sus batallas y mis silencios. Hemos de tragar ahora la verdad de perspectivas luego ir a vomitar rencores a nuestras esperas, también a un costado de la televisión, afuera del patio... ¿Ese era mi perro? Sí. Nunca me había pasado esto. Siempre pasa. La próxima entrevista yo digo donde. Hasta luego.
Vino otro ayer, un ocaso presto a desmoronar edificios que perforan el cielo y palabras que ya no se ordenan sino que se amontonan entre memorias. El cuaderno donde se apunta lo que hablamos va haciendo énfasis en los silencios y en lo que abruptamente callamos. Hay detalles de como estaban las manos y como los ojos se perdían a cada instante de mencionar el mismo nombre. Nuestros rostros dijeron ya no. Otra vez hay que decir hasta luego.
Hoy es otro ayer. Yo viendo mis palabras regadas en la mesa, paranoía en desierto gris. Ella estructurando su redacción, pero como perdida en preguntas sin fondo. Al tanto de las sombras hemos encontrado un espejismo de metáforas salvadoras, descubierto la secuencia de poemas dulces y amargos esos que ataban y todavía deleitan. Nos vemos sorprendidos por noches repletas de nosotros buscando nuestros relatos así vemos que hemos estado más de lo que pensamos. Las entrevistas terminan.
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2 comentarios:
Y las palabras por ratos se hacen innecesarias...se convierten en sólo una excusa más para no mirar a los ojos...un momento más desperciciado...
Cheers¡¡
Y entre pérdidas y desencuentros...
Entre silencios y negaciones...
Entre deleites y búsquedas...
¿Dónde se comienza y dónde se termina?
Has contínua las sombras...
Permiteme...
Dame la oportunidad de que Tú seas parte de mis nostalgias...
Concedeme de tus palabras...
Regalame una nueva búsqueda, a este camino sin sombras...
La noche, también puede ser cómplice en esta oleada,
la luna, tal vez testigo...
Pero el Mar...
Será siempre protagonista....
Un beso, de fuego y noche para vos...
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